Cueva de Bellamar: un paraíso subterráneo

Desafía el decursar de los siglos y ofrece espectaculares visiones del mundo subterráneo. Un tesoro natural que yace en las profundidades de la tierra y deslumbra a cuantos lo visitan, no importa las veces. La Cueva de Bellamar es una legendaria formación cavernaria que se incluye entre las exclusividades naturales de la provincia de Matanzas.

Remontando el tiempo

Según afirman los estudiosos, el descubrimiento de la Cueva de Bellamar es fruto de la casualidad. Corría el lejano año 1861. Justo Wong, uno de los empleados del hacendado Don Manuel Santos Parga, trabajaba en la zona y al golpear una de las piedras descubrió una entrada que conducía hacia “las entrañas de la Tierra”. Santos Parga pidió explicaciones pero ante el nerviosismo del peón decidió investigar personalmente el lugar. Luego de algunas excavaciones quedó al descubierto la entrada de la cueva.
Informaciones de la época reseñan que el hacendado hizo que se sacaran piedras, construyó escaleras e instaló pasamanos. Con el surgimiento de la luz eléctrica, el matancero instaló lámparas en el interior de la caverna y dispuso de un personal que explicaba a los visitantes la historia del paraje.
Durante los dos primeros años más de mil personas visitaron el lugar a pesar de ser una época en que no existía el automóvil y viajar desde  cualquier territorio era muy riesgoso. De esta manera se convirtió en el primer centro turístico del país.
El nombre original de la caverna fue las Cuevas de Parga, en homenaje a su descubridor. Más tarde sería cambiado por el de Cueva de Bellamar debido a su cercanía con la playa homónima en el oeste matancero.

Un acercamiento a sus formaciones cárcicas

Esta formación natural se integra a  la Gran Paleocaverna de Bellamar, con algo más de 20 km de longitud. Según los especialistas, su existencia se remonta unos 300 mil años atrás como resultado de la acción de las  aguas subterráneas sobre las rocas.


Según los estudiosos, la planicie en la cual están las cuevas se encontraba originalmente bajo el mar, formando parte de la bahía de Matanzas. A lo largo de la llamada Falla de Bellamar el agua subterránea, en combinación con el carbón dióxido, fue disolviendo la roca calcárea y de esta forma se crearon cámaras subterráneas en el subsuelo.
Al permanecer bajo el nivel del mar, estas cavernas estuvieron llenas de agua. Pero con el decursar del tiempo comenzaron a secarse y aparecieron las filtraciones entre las rocas y sobre el techo de las cuevas.
El proceso no se ha detenido y en la actualidad el agua de las precipitaciones continúa disolviendo el carbonato de calcio de las rocas para formar las estalactitas, estalagmitas, mantos y columnas que tanto distinguen al lugar.
Aunque para muchos puedan parecer antiquísimas, estas formaciones resultan relativamente jóvenes en términos científicos. Sus caprichosas formas y tamaños parecen desafiar a la propia naturaleza.
Galerías horizontales y estrechas conforman los 9 niveles de la caverna matancera, estudiados hasta el momento. El carso, de aproximadamente 25 mil años de antigüedad, está compuesto en su mayoría por rocas caliza y marga, con un gran contenido de arcilla.
La Cueva de Bellamar es considerada  además, un laboratorio potencial para el estudio de la cristalografía subterránea, particularmente las derivadas del carbonato de calcio. En sus galerías podemos encontrar una amplia representación de formas cristalinas de singular atractivo.
De ahí que entre las peculiaridades que distingue al lugar del resto de los sistemas cavernarios del país se encuentre el color traslucido de sus cristales. Y más interesante resulta que en ciertas cavidades de la cueva, las formaciones sedimentarias están cubiertas por una capa cristalina, lo cual indica que luego de haberse secado, estas cámaras volvieron a inundarse totalmente, o al menos parcialmente. Estas formaciones, de una belleza poco común en el mundo de las cuevas, atrapan la mirada de los visitantes más inquietos.   
La profusión de cavernas en la isla tiene su fundamento geológico. Mas de las dos terceras partes del territorio cubano esta constituido por rocas calcáreas, lo cual ha permitido además la formación de las mayores cavidades del área caribeña. Organismos especializados estiman en unas 10 mil las cuevas ubicadas en la Mayor de Las Antillas, muchas de ellas con una historia acumulada que se acerca a los 25 millones de años de evolución.
Hasta la fecha la Cueva de Bellamar sigue siendo la reina de las formaciones cavernarias  de la isla, el centro turístico más antiguo de Cuba y declarada Monumento Nacional.

(Continuará)

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